Las Campanas en Cataluña
Otro ejemplo de esto lo vivió la ciudad de Barcelona cuando, en una revuelta en 1773 se usó la campana Honorata ( la original, no la que hay ahora ) para tocar “somaten”. El rey Felipe V la hizo trocear y fundir como castigo.
....la varen fondre sense mes raons/ i del metall en varen fer canons/ per ofegar la veu de les campanes....
J. M. de Segarra.
....la fundieron sin mas explicaciones/ y del bronce hicieron cañones/ para ahogar la voz de las campanas....
Las campanas, como muchas otras cosas, tienen elementos que las hacen diferentes de un sitio a otro. Así, no se montan ni se tocan igual en Cataluña que, por ejemplo, en Castilla. Por lo cual tampoco su sonido es igual en un sitio que en otro.
De hecho, como en todo, se notan diferencias, incluso, de un pueblo a otro, aun siendo vecinos. Y es que en cada sitio “hablan” de forma diferente.
Una de las primeras cosas que
resaltan al mirar una campana montada “a la catalana” es
su contrapeso de piedra, sustituido, en algunos casos, a finales del
S. XIX por unos de fundición, obra de una empresa que después
popularizó el desastroso yugo completo de hierro. Desastroso
por la gran cantidad de campanas que se rompieron debido a este
sistema y porque modifican su sonido haciendo que sea mucho mas
estridente.
Y no hablemos de cuando a todo esto se le añadieron los motores eléctricos. ¡ Un desastre !
Las campanas, en Cataluña, se montan “a la catalana” para que puedan ser tocadas “a la catalana”
El toque a la catalana consiste
en llevar las campanas “a seure”, es decir, ponerlas en
posición invertida, con el contrapeso abajo, y
quietas,
sujetas por unos hierros, empotrados en la piedra, donde apoya el
brazo de la cuerda de la campana. Para poder conseguirlo, las
campanas deben estar muy bien equilibradas, he aquí del porqué
del contrapeso de piedra. Una vez que todas las campanas están
en esta posición, el campanero las hace caer, todas juntas,
tirando de todas las cuerdas a la vez. Así la campana, en
Cataluña, jamás da la vuelta completa como hacen los
motores eléctricos.
Este toque se ha probado de reproducirlo mecánicamente, pero ante la dificultad de hacerlo, algunos han optado por decir que “ este toque no es catalán “ ( pues, ¡ que me digan qué es ! )
Asimismo el contrapeso de
piedra, que se debe hacer picando la piedra a mano y muy bien hecho
para poder fijarlo de forma segura, es demasiado laborioso y por esto
se montan los yunques industriales, aun siendo de madera, que ya se
venden acabados. Para justificarlo se usan argumentos como que en
Cataluña no se han usado nunca los contrapesos de piedra. Que
me digan de donde han salido la gran cantidad de estos
“pedruscos” ya que
se
encuentran por todas partes, incluso convertidos en escultura moderna
o en banco para sentarse.
Ahora, que se empieza a ver un resurgir de la figura del campanero y del gusto por las cosas tradicionales, es el momento de exigir a los restauradores que respeten nuestras tradiciones y la voz de nuestras campanas.
2004